17 agosto 2006

BODAS DE DIAMANTE DE LA QUIACA

Domingo 28 de febrero de 1982
Hay muchas veces en que hablar de historia huele a pasado. A cosa que pueden recordarse, pero que se han ido. Por eso, en estos jóvenes 75 años que hoy cumple La Quiaca, hemos preferido tocar su vigencia protagónica, su futuro. Y si no hacemos nombre de los que estuvieron en la hora primera, no es por ingratitud. Se debe, sencillamente, al temor de haber olvidado algunos. Y es también por que esta es la fiesta de todo un pueblo, en el que todos son actores. Basta decir que La Quiaca nació en 1907 como nacieron muchos de los pueblos argentinos, al calor de una maquina de ferrocarril. Al costado de una vía de acero aparentemente fría, y que sin embargo tuvo una preñez prodiga en progreso. De entonces hasta ahora, la historia no ha cambiado. Talvez sus hombres no sea los mismos, pero los protagonistas aquellos que siguen creyendo que son mas padres de s futuro que hijos del pasado, son idénticos a los pioneros de la aventura de comienzos de siglo.
Este aniversario, estas bodas de diamante, nos muestran a una ciudad que ha crecido y ha transformado su cara tímida en una realidad palpable y vigorosa.
Con calles asfaltadas y arboladas, con una comunidad activa plantada de cara al futuro. La Quiaca marca la senda de entrada a nuestra patria. No es final, sino comienzo de Argentina.
Decir La Quiaca es pensar en el oasis que florece en plena Puna, en el recogimiento y unción de un pueblo que entre sus tesoros telúricos abriga el fervor religioso.
Nombrar La Quiaca es la alegría sana, bullanguera y colorida de su carnaval, que justamente en estos días pinta de harina y perfuma con albahaca la aridez puneña.
La Quiaca, en fin, es el milagro de la vida que florece en los arenales, es la raíz de su gente plantando cimientos en el hito uno de la patria, es la esperanza de seguir trabajando en paz por un futuro mejor.
Fuente Diario Pregón

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