20 junio 2009

La Selección Argentina de fútbol en La Quiaca

Sin lugar a dudas la presencia de la selección argentina de fútbol en La Quiaca fue uno de los acontecimientos mas importantes de finales de siglo xx. Fueron 21 días de alegría desbordante para mas de quince mil personas y mas aun a los que llevamos el fútbol en el alma, claro que no todo fue color de rosa, cuando ya estaba finalizando la aclimatación de la selección apareció en una visita fugaz el por entonces Presidente Carlos Menen, provocando el repudio de centenares de vecinos que con bombos y gritos hicieron que Menen levantara vuelo lo mas rápido posible. Aquí un pequeño pantallazo de esos imborrables momentos a 12 años de aquella histórica visita. "Todo nació en una invitación del intendente de La Quiaca, Miguel Angel Tito, quien ofreció alojamiento en el hotel de Turismo, un centro de alto rendimiento en la altura y el apoyo logístico de la Dirección Provincial de Deportes". Además, el seleccionado contó con la asistencia del hospital a cargo del doctor Carlos Cisneros, que asistió con un quirófano completo, dos cirujanos, anestesista, servicio radiológico, cinco ambulancias (una de ellas con unidad coronaria) y dos salas de primeros auxilios durante las 24 horas.
Todo salio tal como se esperaba, no podía ser de otra manera. El arribo de la selección nacional de fútbol rompió la tranquilidad de una ciudad que no quiso faltar a la cita. Ayer, más de cinco mil personas de esta ciudad fronteriza y de otras localidades vecinas estuvieron presentes en el aeropuerto “Dr. Guillermo Eugenio Snopek” para presenciar la llegada de los dirigidos por Daniel Passarella que estarán durante 22 días en un periodo de adaptación a la altura previo al partido que el próximo 2 de abril sostendrán con su similar de Bolivia por las eliminatorias al Mundial de Francia 98 en el difícil estadio “Hernado Siles” de La Paz. Desde temprano comenzaron a sonar algunas bombas de estruendo que, asemejándose a las campanas de las iglesias llamaban a los fieles para la imperdible reunión. Fue así que centenares de fieles futboleros, algunos caminando y otros por diferentes medios recorrieron los casi ocho kilómetros que separan el aeropuerto de la ciudad para no perderse tal acontecimiento, como lo es donde quiera que vaya la selección argentina. Exactamente a las 12,00 del día de ayer, el avión de la Fuerza Aérea Argentina que trajo a la selección procedente de Buenos Aires toco suelo quiaqueño para romper el rutinario martes a 3.500 metros de altura sobre el nivel del mar.
Vivir en la altura, Nunca es fácil llegar a los extremos. Y aquí estamos, en uno de los confines de la Argentina, detrás de un seleccionado que llegó ayer para quebrar la monotonía de todo un pueblo. Seguramente, el año próximo el seleccionado va a desfilar por los fulgores de París o de cualquiera de las otras sedes del Mundial de Francia, pero esta escala en la puna jujeña quedará como una de las más exóticas en las eliminatorias. El cartel de bienvenida a la entrada de La Quiaca indica que la separan 5121 kilómetros de Ushuaia, el punto opuesto que cierra a la Argentina con el Sur. Llegar a La Quiaca demanda alrededor de diez horas, poco menos que un viaje directo a Madrid. Esto, claro, si uno es un simple mortal, que no tiene el privilegio del seleccionado, que arribó al mediodía en un chárter especial. Hasta aquí, no hay vuelo de líneas comerciales, entonces los 290 kilómetros que hay desde la capital, San Salvador de Jujuy, se deben transitar por tierra. Un trayecto suficiente para comprobar lo árido y agreste del terreno. Si bien se gana camino en la ruta, los cardones (cactus) surgen derechitos como faros; más adelante, aparecerán algunos cabritos, llamas y ovejas que traen a la mente la clonación, la palabra de moda por estos días. Este es el único vestigio de vida que se advierte en forma silvestre. La cinta asfáltica desaparece en una bifurcación del camino y de allí hacia adelante se abren 130 kilómetros de ripio, que transforman a la combi alquilada en una especie de mezcladora de canto rodado. A la vera, de repente, se levantan tres caseríos auténticamente fantasmas, que se identifican con los nombres de Tres Cruces, Abra Pampa y La Intermedia. Esos rasgos duros De entrada, La Quiaca se muestra con sus rituales religiosos callejeros, que congregan a un grupo de feligreses reunidos en la oración y en torno de velas. La ciudad deja ver su cara con toda la crudeza; los recursos mínimos y los rasgos duros y sufridos de algunos de sus 15.000 habitantes. La Quiaca es ciudad fronteriza con Bolivia; un puente y las oficinas de la aduana y migraciones la unen con Villazón, del lado boliviano. Este es un pasaje incesante de gente, con toda la diversidad de vestimenta del altiplano. De todas formas, muchos quiaqueños no ven con buenos ojos este constante intercambio, ya que muchos hermanos bolivianos cruzan la frontera con el objetivo de instalarse en esta ciudad. La aventura de sobrevivir ya es lo suficientemente complicada como para permitir que otros vengan a ganarse la vida.


14 de marzo 1997 -Herrera, como jujeño, ¿qué te produjo volver a tus pagos?-Fue una emoción inmensa, sobre todo cuando llegamos a la Quiaca y vi a toda esa gente que nos recibía. Es algo casi inédito para esta ciudad, que vive muy marginada. Yo no venía a La Quiaca desde 1989 o `90. Veo que las cosas no cambiaron nada, salvo la construcción de este magnífico complejo en el que nos entrenamos. Sabía que aquí el proceso es nulo porque son muchas las contras. Dios está en todos lados, pero el mostrador de atención lo tiene en otra parte.
Sábado 15 de marzo de 1997 LA QUIACA, Jujuy.- Muchos dejan sus trabajos, otros cierran sus comercios _los pocos que quedan_, varias mujeres van con sus guaguas (hijos) en brazos y algunas aulas de la escuela primera quedan despobladas de alumnos. La presencia del seleccionado argentino cambió los hábitos de un pueblo silencioso y de vida sencilla y ajustada. A la mañana o la tarde, la escenografía de las prácticas del seleccionado ya tiene incorporada la presencia de entre 200 y 300 personas, que paradas sobre un terraplén del Centro de Alto Rendimiento no quieren dejar pasar esta oportunidad histórica de ver en "medida real" a los ídolos que hasta el martes último sólo tenían la dimensión de una pantalla de televisión. Ana Marcos, maestra especial de todos los grados de la escuela Domitila Cholele, no tiene problemas en embarrarse los zapatos; ella cree que también está haciendo docencia al complacer el pedido de "sus chicos" de interrumpir las clases por una hora. Alumnos de 1o., 2o., 3er. y 7o. grado, identificados con sus guardapolvos blancos, disfrutan de su gran recreo al grito de "­Argentina, Argentina...! La "señorita" Marcos también deja ver su corazoncito futbolístico: "Me gustaría saludar a Nacho González porque soy de Racing". Las chicas esfuerzan lo más que pueden sus cuerdas vocales por Sorin, en quien ven a un "divino" antes que a un eficiente marcador de punta. En la "tribuna quiaqueña" se ven más bicicletas que cámaras fotográficas; la movilidad es esencial y a muy pocos les sobra dinero para acceder a todo lo que no sea una necesidad básica. Los bolivianos, presentes. También algunos bolivianos de la vecina y fronteriza ciudad de Villazón caminan las seis cuadras para ver a los rivales del 2 de abril. Como puede apreciarse, la concurrencia es muy heterogénea. Mabel y Laura son dos treintañeras que no identifican a ningún jugador; ellas quedaron ancladas en el pasado; "Ahí está Gallego, ése ves, el gordito que está cerca de Passarella", le avisa una a la otra para luego aclarar que sus conocimientos futbolísticos se remontan al Mundial `78. En La Quiaca están enfrentados el intendente menemista Miguel Ángel Tito, que gastó cerca de 300.000 dólares en las reformas para recibir al seleccionado, y el padre Jesús Olmedo, que cuestionó esa erogación en vez de destinarla a las múltiples carencias que asolan por aquí. La gente que está paradita en el terraplén no se queja, ya sea por sumisión, resignación o aceptación. "Acaso los quiaqueños no tenemos derecho a tener un complejo como éste?", fue la expresión más encendida que se escuchó. El provecho social del fútbol vuelve a encender el debate en un confín argentino. Domingo 16 de marzo de 1997 En Villazón En la primera tarde libre desde que el martes último llegaron a esta ciudad, algunos futbolistas del seleccionado cortaron ayer la rutina de las practicas y el descanso y los juegos de salón en el hotel. La otra novedad fue que en esa primera salida al "mundo exterior", Julio Cruz, Nelson Vivas, Marcelo Delgado y Hugo Morales recibieron el afecto de decenas de chicos y adultos bolivianos en la fronteriza ciudad de Villazón. Les pidieron muchísimos autógrafos y fotos; despertaron la misma adhesión que si hubieran recorrido cualquier pueblito argentino.
Cruzar la frontera Estando en La Quiaca, cruzar a territorio boliviano no demanda mucho viaje. Sólo nueve cuadras separan la frontera con el Hotel de Turismo, el búnker argentino. Alrededor de las 16.30, los cuatro jugadores, acompañados por el medico Luís Seveso, el kinesiólogo Ángel Castro y el coordinador de prensa Eduardo Bongiovanni, salieron en dos automóviles de la municipalidad de La Quiaca. Al cruzar el puente limítrofe, los jugadores se sorprendieron al ver a las cholas (mujeres) lavando en el río. Entrando por la avenida República Argentina -es la arteria principal de Villazón-, el recorrido en automóvil fue por la iglesia, la Alcaidía y la Casa de Gobierno.
Jueves 27 de marzo de 1997 LA QUIACA, Jujuy.- Hasta ahora, la presencia del seleccionado argentino había despertado cariño y admiración en el pueblo quiaqueño; ayer, por primera vez, fue el turno de la idolatría, desatada por la llegada de Ariel Arnaldo Ortega, el jugador más caro del fútbol argentino, el jujeño más caro al sentimiento de su provincia. Su tierra natal es Libertador General San Martín (departamento de Ledesma), pero aquí lo adoran como un patrimonio provincial. Para que quienes no lo hayan visto tengan una idea de lo ocurrido, el arribo del Burrito despertó la pasión que sólo podrían generar Maradona, Caniggia o Batistuta. Ortega también integra esa exclusiva galería de los ídolos. Era el más esperado por la gente como estrella que es, y el destino quiso que fuera el último en incorporarse al plantel de 26 jugadores del seleccionado. Ortega atrajo a todos por igual: niños, adolescentes con la camiseta de River, mujeres con pancartas (Orteguita te reamo, Any y Nancy), adultos y hasta algunas abuelas que se acercaron con sus paraguas que atajaban la ofensiva del sol. Ya sea en autos, bicicletas o en el camión sin cargo que puso la municipalidad local, alrededor de 500 personas salieron a la ruta para hacer los cinco kilómetros hasta el aeródromo Guillermo Snopek.
Euforia incontenible A las 16.15, el Turbo Comander a hélice de cuatro plazas aterrizó con el personaje del día. El Carnavalito de la banda de música de la municipalidad quedó tapado por la gritería y los alaridos de la gente. Treinta efectivos de la Gendarmería Nacional y de la policía Federal y de la Provincia no pudieron contener el paso arrollador de quienes avanzaban hacia la pista con una cámara fotográfica, un cuaderno y una lapicera o una mano en señal de saludo como puntas de lanza. El cordón policial fue desbordado tres veces, hasta que la multitud quedó rodeando el avión a unos pocos metros de distancia. Desde el "estribo" del avión, enfundado en su camisa beige con el dibujo de Bugs Bunny en la espalda, Ortega se topó con un enjambre de micrófonos y grabadores: "Estoy doblemente emocionado; por este recibimiento y por volver a mi provincia. Nunca me hubiera imaginado todo esto, hay que vivirlo en carne propio para tomar conciencia. No me acuerdo cuándo, pero de chico estuve una vez en La Quiaca. Hace un día que estoy viajando, pero esta bienvenida es más importante que mi cansancio. En Valencia también me quieren mucho, pero esta es mi tierra y lo vivo con el corazón. Le agradezco a toda esta gente y espero que en estos lugares tan alejados del país se hagan cosas para que se pueda vivir mejor".
Domingo 30 de marzo de 1997 LA QUIACA, Jujuy.- Con los ingresos de Ariel Ortega y Sebastián Verón para el equipo titular en el segundo tiempo, el seleccionado argentino realizó ayer la última práctica de fútbol de 11 contra 11, cuando faltan tres días para que se enfrente con Bolivia, en La Paz, por las eliminatorias. Con la actividad de ayer, el seleccionado cerró el trabajo más exigente de su preparación en la puna jujeña. Hoy se entrenará en un solo turno para ajustar algunos movimientos tácticos. La tarea de mañana también será liviana, mientras pasado mañana, alrededor de las 10, la delegación viajará a La Paz en un vuelo charter que saldrá de aquí y hará una escala técnica en Tarija. Por la tarde se hará el reconocimiento del estadio Hernando Siles.
Fuente: Pregón, Tribuno, Clarín, Nación, www. miguelangeltito.com