15 marzo 2011

Olga Julieta Sánchez de Salazar


Gente de La Quiaca: Olga Julieta Sánchez de Salazar nació el 25 de Mayo de 1925, en el Cantón de Chocaya -Departamento de Potosí, República de Bolivia. Fueron su padres don Celso Víctor Sánchez y doña Encarnación Wayar. Queda huérfana de madre a los ocho años de edad.
Inicia sus estudios Primarios en el Colegio “Santa Ana” de la Ciudad de Cochabamba, en calidad de interna. El 24 de diciembre de 1936 en compañía de su padres y tres hermanos ingresa a la ciudad de La Quiaca, donde termina sus estudios primarios en la “Escuela Nacional Nº 25”. Terminado su ciclo primario, se traslada a la ciudad de San Salvador de Jujuy, para cursar sus estudios secundarios como interna en el “Colegio Nuestra Señora del Huerto” terminando sus estudios con el promedio mas alto de su promoción y en el año 1944 obtiene el Título de Maestra Nacional, volviendo a la ciudad de La Quiaca. En el año 1948 le otorgan el Honor de la Nacionalidad Argentina por naturalización mediante la respectiva carta de ciudadanía. Se inicia como docente en la Escuela N º 86 “Hipólito Yrigoyen de La Quiaca, luego en la escuela de Sanzana, posteriormente en una Escuela de Río Grande en Humahuaca. En el año 1953 es designada como maestra de Grado de la escuela “Juanita Stevens”, de la ciudad de San Salvador de Jujuy, allí ejerce su actividad hasta el año 1958, fecha en la que se crea la escuela Nº 68 “Concepción Cicarelli” del Barrio Ciudad de Nieva, siendo ella una de las maestras de grado iniciadoras en ese nuevo establecimiento escolar. En el año 1960 y en forma paralela, inicia también la actividad docente en el ámbito privado en el “Instituto Santa Bárbara”, de la ciudad de San Salvador de Jujuy. Dentro de la actividad pública, se desempeña en la Escuela Vespertina que funcionaba en la escuela “Juanita Stevens”. Finalmente es trasladada a la escuela Vespertina Nº 164 “Mariano Gordaliza”, que funciona en el edificio de la Escuela “Concepción Cicarelli”, ese fue su último destino laboral. En el año 1976 se acoge a los beneficios de la Jubilación, con el cargo de Directora de Escuela. En forma paralela a la actividad laboral, supo mantener viva la llama de la actividad cultural, que aprendió a valorar en la ciudad de La Quiaca. Impulsada en muchas oportunidades por su esposo don Dalmacio Salazar, es así como junto a un Grupo de quiaqueños, yaveños y hombres y mujeres de la Puna Jujeña, deciden fundar en el año 1955 la Peña Folklórica denominada “Remolinos Quiaqueños”, cuya principal actividad, era cultivar y difundir la cultura telúrica que heredaron de sus ancestros, trabajando social y culturalmente, para acudir siempre en ayuda de los niños carenciados de diversas escuelas de la Ciudad de La Quiaca y Yavi, que esperaban y entendemos que aún lo siguen haciendo, la ayuda solidaria y desinteresada de sus coterráneos.
En el año 1984, se imprime su primera obra titulada “Estampas Puneñas y Remembranzas Quiaqueñas”, dedicada a la memoria de su esposo Dalmacio, aquel amigo y compañero que la impulsaba a plasmar y contar la fiesta de “Santa Ana”, como se vivía y celebraba la “Manca Fiesta”, las “Fogatas de San Juan” y los “Carnavales de La Quiaca” , En el año 1985, ávida por hacer conocer su obra en otras latitudes, se traslada por sus propios medios a la ciudad de Buenos Aires, en oportunidad de la realización de la “Feria Internacional del Libro”, para mostrar y presentar su obra en semejante evento y se instaló paralelamente en la “Casa de Jujuy” para canjear sus libros por útiles y ropa que luego fueron donados a varias escuelas e instituciones del Departamento de Yavi. Actualmente sus obras son requeridas como textos de consulta por alumnos de los tres niveles, primario, secundario y terciario e incluso Universitario, por la Facultad de Antropología de nuestra ciudad y la Licenciatura de Turismo.
Quiso el destino que con tesón y entusiasmo narrara las vivencias que su memoria atesoraba, y lo hizo como siempre, con la humildad que la caracterizaba, ella solía repetir que lo hacía, sin pretender convertirse ni sentirse escritora y menos poetiza, por ello, no siguió métricas, ritmos ni técnicas, su único y gran afán fue dar a conocer a través de su lenguaje diáfano y profícuo, las diferentes actividades que la cultura milenaria de la Puna Jujeña tenía y tiene todavía escondida y que hasta ese momento habían sido muy poco difundidas, tanto en el ámbito provincial como nacional.
En la actualidad se encuentra bajo la protección y cuidado de dos de sus hijos y sus respectivas familias, Mirta del Rosario y Oscar Guillermo; aquejada de una enfermedad, vive “su mundo” sin poder disfrutar de la semilla que supo sembrar, porque el Mal de Alzheimer, le quitó toda esa gran inteligencia y vivacidad que supo tener, y esta enfermedad avanza cada vez mas e inexorablemente, y va apagando la luz de ese “Diamante Negro” que supo brillar en la legendaria y solitaria Puna Jujeña y en esta ciudad.