17 octubre 2012

Manka Fiesta 2012 en La Quiaca



Cada año durante octubre los vientos de la Puna traen las coplas a La Quiaca, porque el tercer domingo del mes tiene lugar la ancestral “Manka Fiesta”, acontecimiento de pura raigambre nativa.
Por tal motivo la localidad se viste de gala y celebra la cultura viva de los pueblos puneños, siendo un excelente escenario de celebración e intercambio cultural. Es la auténtica feria popular que data desde hace siglos, la palabra significa “fiesta de las ollas” en quechua.
En 1936, cuando comienza a documentarse su realización, la historia cuenta que se realizaba para satisfacer las necesidades de intercambio de productos entre los habitantes de localidades vecinas, valles salteños y sur de Bolivia. Este acontecimiento tenía lugar en los terrenos pertenecientes a don Antonio Gámez, que quedaban paralelos a las vías del ferrocarril, posteriormente se traslado a una lomada en el sector Oeste, después a un predio que circundaba el cementerio, luego a la entrada del pueblo sobre la ruta nacional 9 acceso Sur.

Propio predio
Desde hace algunos años y con buen tino, las autoridades comunales de entonces decidieron que la celebración tenga su propio predio, por lo tanto se traslado definitivamente al corazón de la ciudad, es decir los predios del ex Ferrocarril Belgrano. Los preparativos ya están en marcha y se espera la inauguración oficial que será el 20 del corriente por la tarde, donde habrá espectáculos musicales con artistas de renombre. Además se extenderá toda la semana hasta el último domingo de octubre o sea la “octava” de la Mank
Esta fiesta es conocida en otras latitudes como “Fiesta de las Ollas”, probablemente porque las ollas son un producto destacado. Si bien la feria no produce una gran ganancia económica, es un gran acontecimiento que esta siendo revalorizado y los propios pobladores, además visitantes, la disfrutan mucho.
A pesar del paso del tiempo y la tecnología en lugares inhóspitos, aun la esencia de esta celebración sigue intacta. Por citar un ejemplo las carpas de coplas continúan vigentes, existe una variación en la tonada y forma de cantar que están arraigadas fuertemente en la persona según su lugar de origen. Participan de este evento único en todo el Noroeste habitantes llegados desde diferentes puntos del altiplano, que sin hacer diferencias entre argentinos y bolivianos convergen en un solo lugar, simbolizando la verdadera hermandad latinoamericana. Por otra parte los turistas pueden encontrar en esta fiesta la excusa ideal para llegarse hasta La Quiaca y comprar todo tipo de cosas, generalmente por precios muy económicos.

Autentica Fiesta Popular
Es una auténtica feria popular llegan puneños desde los cuatro vientos y también bolivianos de los pueblos próximos a la frontera, los alfareros aborígenes ocupan un lugar destacado en todos los puestos de trueque o venta donde, junto a ellas, pueden encontrarse tejidos de Suripugio, ollas de barro cocido de Casira, barracanes de Pozuelos y Santa Catalina y fruta fresca de Sococha o Talina. Los vallistos traen frutas desecadas; los alfareros todo tipo de tinajas; las tejedoras y los plateros, el fruto de meses de trabajo. Humildes artesanos exhiben sus creencias a la par de orgullosos plateros que sonríen con un ojo en tanto que con el otro vigilan sus filigranas. No faltan los brujos, un poco médicos, pero fundamentalmente yuyeros sabios que curan, adivinan y solucionan. Canastos sin orden exponen mil chucherías, revueltas y ansiosas por mudar de alojamiento, las gentes entre ellos caminan, comen y duermen. Durante el día se hacen trueques, compra y regateos sin cesar en quechua y castellano, por las noches la música ánima los bailes que se realizan en las carpas. La fiesta dura varios días, para agotar las mercancías y las expectativas de todo un año esperando el acontecimiento. Hay música de quenas, anatas, retumbo de cajas, chisporrotear de charangos, coplas de amor, cantos y bailes; encuentros apresurados y romances al mejor estilo puneño; pocas palabras, mucho juego de manos y hechos concretos cuando cae la noche entre arenas blandas. La feria toma color y bullicio después de la primera noche, todos han exhibido lo que tienen, quieren trocar o vender. Al octavo día, los feriantes emprenden el retorno, con sus mulas y llamas cargadas por el trueque realizado, poco es lo que se vende, la ganancia es pobre pero la diversión es rica.
 Fuente: El Tribuno

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